Aquí estoy, siendo yo. Rodeada de obras que realicé con
mis manos, con mis ideas o desde el amor, como mi hijo. Escuchando una música
relajante y placentera. Haciendo lo que me gusta, escribiendo. Planeando lo que
quiero, un hogar. Soñando todo lo que puedo lograr.
Ya no hay pasado, solo hoy y yo. Mi alma aquí, con todo
su sentimiento y amor para dar. Amor que doy a todo, mis seres queridos, mi
perra, mis plantas, mis obras, mis escritos. Es solo eso. Es estar. Sin apuros,
condiciones. Sin tener que complacer a nadie. Porque siendo yo misma brindo
placer a las personas. Porque sé de mi alma generosa, ingenua, confiada, muchas
veces defraudada. Eso no ha impedido que hoy sea yo, como siempre. Mar en
calma. Nada ni nadie que atente contra esa calma que tanto me ha costado
lograr.
Y si… era el momento ya de casarme, de decirme el “sí,
acepto”. De mírame al espejo y saber que soy mi otra mitad. No necesito a nadie.
Me amo y me acepto. Acepto vivir conmigo el resto de mi vida. Quizás alguien me
acompañe en ese camino hacia el final. Porque de eso se trata la vida, un
camino hacia el final. ¿Lo transitare con él?... probablemente sí. Me da la paz
que merezco, no intenta batallas necias. No obliga al cambio. Me deja ser. Y yo
quiero ser, ser yo.
Al final de mi vida entendí que el único amor de mi vida
he sido yo. Intenté sabotearme, traicionarme, maltratarme. Ya no. Me necesito.
Me necesito bien.
Sí, me casé. Me di el sí. Me casé conmigo misma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario