jueves, 5 de junio de 2025

MUJERES QUE NO HABITAN

 


La luna descendía suave como un suspiro, mientras la nube que abraza le acariciaba el alma. Ella, mujer serpiente, lanzaba su dado de tres caras: casa, choza, cabaña. Cayó “casa”. Pero no quería paredes. Quería origen. Recordó entonces cuando el bronce fue fuego domado: la primera chispa en su linaje. La sombra que flotaba sobre su cabeza era su yo anterior, la que dormía en la cueva. Hoy, con la luna entre sus manos y la serpiente susurrando verdades, supo que no habría refugio. Solo tránsito. Porque algunas mujeres no habitan… atraviesan.

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