Las hojas del otoño dejaban detrás de sus pasos un nostálgico revuelo. Los frondosos liquid ambar con sus magníficos colores, parecían opacarse a su paso. El viento que soplaba suave y bondadoso mágicamente, detrás de él era una serenata de un amor que ha muerto.
Era el
camino de regreso. Ese hombre gris, que dejaba una estela de dolor tenía grises
los cabellos, gris la barba, gris el traje y una enorme bufanda gris. Solo
nostalgia a su paso. Regresaba de ese sitio donde quedan inmortalizadas las
personas que amamos. Él amaba mucho a una mujer, dulce, adulta, compañera de
vida. la muerte, siempre importuna, se la quitó.
Pasos
cansinos, abatidos, derrotados. Mirada vidriosa, aliento gélido. Labios
apretados. Cuello con ese nudo que sube y baja. Y el día… gris, como él, como
su alma, como desde cuando cerró los ojos esa dulce mujer.
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