Desde el éter observo los siglos danzar,
la Edad de Bronce brilla como fuego antiguo,
mujeres adornadas en joyas que cantan historias.
Puedo ser todas. O ninguna.
Divago como humo sin viento,
pero guardo mi secreto: un dado encantado.
Con él, elijo moradas invisibles:
una choza, una cabaña, una casa sin tiempo.
Hoy lanzo los dados…
Cae cabaña.
Será junto a un lago que respira neblina,
donde solo habite yo
y el silencio.
Porque no soy del mundo.
Soy de la bruma,
de lo que no fue
y aún así… persiste.
Para "Escribir Jugando" del Blog de Lidia Castro Navas https://lidiacastronavas.com/
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