Me ata la vida
Esa esquiva luz, frondosa cuando quiere,
Temerosa cuando siente,
Me acerca a ti, aunque ya caduco,
no esas aquí.
Pero mi corazón te sigue llamando
Mi voz gritando.
Acaso no oís los gritos silentes
de una voz atormentada.
Callada por no merecer.
Callada por no ser.
Callada porque ahora sólo yo
sé el amor que nos tuvimos
Y, aun así, aquí, en esta orilla
Me ata la vida
A vos te ata la muerte.
Cuantas palabras se callaron y se fueron en ti
Cuántos perdones,
cuántos te amo.
Cuántos te prometo.
Pero la vida fue más voraz
Te hizo actuar como si la muerte no existiera
Y ella te encontró y te silenció
¿Y yo nunca sabré por qué?
¿Y yo nunca entenderé por qué?
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