martes, 14 de octubre de 2025

EL ARTESANO Y LA VIDENTE

 



Bajo la fortuna de la runa Fehu nació Eirik, joven artesano de la madera. Sus manos parecían tocadas por los dioses: todo lo que tallaba cobraba alma. Animales, ancianos, niños, criaturas míticas… cada figura tenía un latido secreto escondido en las vetas del roble y el fresno.

Era armonioso con sus pares y con la naturaleza. Dulce, comprensivo, piadoso. Los ancianos lo honraban, los niños lo seguían, los animales del bosque no le temían. Muchas jóvenes lo admiraban en silencio, pero él no había conocido aún el amor humano.

O tal vez sí.

Eirik estaba enamorado de su propia obra: una figura femenina tallada con devoción. Una joven de piel pálida, labios pequeños y mirada perdida en un mundo invisible. Sostenía entre sus manos una jaula vacía, y vestía un sencillo ropaje que rozaba el piso de madera. La había soñado incontables noches. Incluso la había buscado entre los árboles cercanos a su aldea, como si la hubiera recordado de otra vida.

Una tarde de bronce y sombras largas, Eirik se internó en el bosque en busca de madera. Llevaba su hacha como se lleva un compañero de ruta. Tras un espeso corredor de pinos, llegó a un claro cubierto de hojas húmedas y aire de misterio. Allí, el corazón le dio un vuelco.

Ella estaba allí.

Exactamente como la había tallado: la piel clara como leche de luna, los labios menudos, la mirada altiva y herida, y la jaula vacía en sus manos. La luz se filtraba entre los árboles como cuchillos dorados, y un viento frío movía su cabello como un presagio.

—Tú no me viste aquí, joven artesano —dijo ella con voz leve pero firme, como el filo de una daga envuelta en terciopelo.

—Soy Eirik —respondió él, con temblor y certeza—. Y te amo. Siempre te amé, aun antes de nacer.

Ella inclinó apenas el rostro, sin sorpresa.

—Lo sé. Mi runa es Perthro. Soy Sigrún, hija del destino oculto. Veo lo que otros ignoran. Pero debes saber por qué estoy aquí.

Sus ojos se velaron un instante, como si recordara una herida:

—Mis padres guardaban en esta jaula dos pájaros bellísimos. Lloraban en su encierro. No soporté escucharlos más. Robé la jaula y huí al bosque para liberarlos. Como yo soy libre, ellos debían serlo también.

Eirik sintió una mezcla de admiración y desgarro.

—Piadosa Sigrún, si vuelves a tu hogar, serás castigada sin piedad.

Ella alzó la mirada, y por un instante, pareció que un cuervo blanco cruzaba el cielo encima de ellos.

—Lo sé. Pero es mi destino.

Eirik dio un paso hacia ella, el crujido de las hojas bajo sus botas sonó como un juramento.

—Te ofrezco mi hogar. Mi techo, mis manos, mi nombre. No volverás sola a ningún lugar.

Sigrún lo observó con una mezcla de ternura y sombra. Entonces, algo cambió en el aire. Los árboles dejaron de moverse. Hasta el viento contuvo la respiración.

Desde lo profundo del bosque resonaron pasos, cascos o botas, no estaba claro. Voces ásperas, respiraciones agitadas. Habían venido por ella.

—Encontraron el rastro —susurró Sigrún—. No hay escondite cuando el destino ya decidió.

Eirik se colocó delante de ella como un muro vivo.

—Entonces que me encuentren a mí también.

Ella sonrió con dolor y destino:

—No. Tú naciste bajo Fehu: estás hecho para crear, no para morir hoy. Yo soy hija de Perthro, y todo lo oculto debe revelarse alguna vez.

Antes de que él pudiera hablar, Sigrún tomó sus manos y las posó sobre la jaula vacía.

—Tallaste mi cuerpo antes de conocerme. Ahora tendrás que tallar mi ausencia.

Una rama se quebró a pocos pasos. Gritos. Hierros. Perros.

Sigrún, sin temor, se internó hacia las sombras, entregándose a lo que la llamaba. Eirik quiso correr tras ella, pero sus piernas se anclaron al suelo como raíces viejas.

La última imagen fue su cabello perdiéndose entre la niebla y el óxido de los troncos.

Cuando la noche cayó, Eirik regresó a su taller. La figura tallada seguía en su mesa, pero la jaula entre sus manos ya no estaba. Las astillas que alguna vez fueron barrotes yacían en el suelo, como huesos quebrados.

Y el bosque, desde lejos, parecía respirar su nombre.

 

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