Desde este éter oscuro y
silente,
te llamo,
oh, amante mío.
Te ata la vida
como a mí me ata la muerte.
Todo mi tiempo contigo
es eternidad
suspendida,
un suspiro que no muere,
una caricia sin carne.
He cruzado los umbrales
de la existencia tangible,
y sin embargo, te siento.
Todo es imperecedero aquí,
sin mañana,
sin tus besos,
sin el temblor de tu voz.
Oh, amante,
mi voz flota entre sombras,
mi deseo arde en lo invisible.
Cuánto duele el amor
cuando ya no hay cuerpo.
Cuánto late aún
cuando todo ha callado.
Siempre contigo,
más allá del alba,
más allá del fin.
Amor mío,
seguimos traspasando la vida.
Qué belleza de versos. Me encantó el poema.
ResponderEliminarTienes un blog precioso. Un abrazo y feliz fin
Gracias por tus palabras de aliento Nuria!!!! De verdad me invitan a seguir
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