Lanzó
esa mirada de rencor, como alguna vez lo había echo en su niñez, cuando se
terminaban los juegos y era hora de dormir. Entendí así, que aquél que siempre
fue mi desvelo, aún seguía siendo ese niño y guardaba en su corazón toda una
niñez que no quería abandonar.
Aquella
niñez de juegos, de amigos, de soldaditos, de juguetes… ella vivía en él, a
pesar de su edad.
Le
era difícil, incomprensible e inaceptable la vida que observaba y juzgaba. Esa
vida de la sociedad a la que debía adaptarse. Con normas sin sentido, con
hipocresía, falta de valores. La cuestionaba, le daba vueltas en un cabeza de
niño, a pesar de su sapiencia.
Tenía
todo para vivir una adultez plena, tenía inteligencia, sabiduría e instrucción.
Pero el se refugiaba en la idea del niño eterno. ¿Sería miedo? ¿Sería la no
aceptación de un mundo adulto enfermo y problemático?
Creo
que nunca desvelaré el misterio… pero no olvidará jamás mi corazón esa mirada
de niño incomprendido, de adulto que teme crecer.
Esa mirada fue un puñal…
No hay comentarios:
Publicar un comentario